domingo, 12 de julio de 2015

Viajar.

El frío se colaba por la farola izquierda de su jubón, mientras sus cabellos azotaban constantemente su rostro. Podía ver en el horizonte como el día huía más allá de su alcance dejándolo solo frente al asfalto que se perdía unas cuantas cumbres más adelante.

Sus pies se sucedían lentamente ya con el pesar de los tacos gastados y el escozor en los tobillos por la huella malograda.
    

Cada cierto tiempo a su espalda aparecía un vehículo que, empeñado en hacerse uno con el viento, aumentaba la velocidad para desaparecer luego sin dar espacio alguno siquiera para notar su brazo extendido con aquella inconfundible señal, aumentando aún más su frustración.

Decidió no exponer al frío nueva e inútilmente sus dedos; orgulloso prefirió sentir el pesar de sus talones, sus pies hundirse en las malogradas plantillas, sus piernas arqueadas por el taco desgastado… la débil madera de la guitarra desafinada que sostenía su mano derecha bajo el pesado paño de lana negro de la capa, era todo lo que tenía y todo lo que necesitaba.

Un par de golpes y el trinar de las calas despejaron sus pensamientos, su rostro esgrimió una sonrisa, a la par con sus nuevos objetivos, al momento en que las últimas luces del sol desaparecieron para permitir que se hiciera uno con la oscuridad.