viernes, 23 de julio de 2010

Aprendiendo a volar


El tiempo era eterno, mientras sus dos grandes astros se disputaban la inmensidad del lienzo grisáceo que cubría todo lo que mis ojos lograban ver, para dar paso a una nueva noche de luz o nuevo día de tinieblas.


Mientras poco a poco mis desesperadas, sudorosas y temblorosas manos cubrieron su delicada silueta, liberándola, furtivamente, de su completa desnudez.


Sus ojos continuaban fijos, perdidos en algo, quizás incluso, algo mucho más allá de las nubes creadas por mi frustrada imaginación.


Algo en ella se había elevado, dejando atras el cuerpo del cual me aferraba desesperadamente ,sin notar que poco a poco dejaba de sentir, no tan solo el tacto con su piel, sino que también el peso de cada uno de mis dedos, manos, brazos… pies, piernas… ¿qué se yo?


Ya poco importa todo frente a mi mutilación; mi cuerpo y el de ella poco a poco se alejan y a mi pesar… ya no hay más que esperar.