- Me siento extraño cuando releo lo que me escribes.
- ¿Por qué?
- No lo sé...
- hay un poco de angustia en ello, lo sé.
- Es precisamente ahora cuando elevo la mano y me rasco la cabeza. Me cuesta asimilarlo, no me había sucedido hasta ahora y veloz algo cruza por mi mente, algo nace, luego de muchas semanas, y comienza a correr.
- Alguien pregunta (tal vez yo) ¿qué podrá ser?
- Hay preguntas que es mejor no responder; mejor lancemos trazos de más preguntas para nada resolver... más vale pensar qué es lo que está saliendo realmente mal.
- Las cosas que cambian y no valen más y mejor no siga preguntando que mal se va a poner cuando el sol haya salido y no halle que responder.
- No quiero responder amor, pues prefiero observar en silencio cada gesto... cada segundo nuestro al amanecer.
- mejor abordaré aquel para mañana no tener muertos que recoger. Me despido buen caballero, que esté bien.
- ¿De verdad tienes que hacerlo? El puede esperar y los muertos, te aseguro, mañana poco han de importar.
- Retrasaría mi tal vez el que respondas las preguntas que están aún sin responder.
- Hay miles… vuélvelas a hacer, pero no presiones tanto, pues siempre la espera ha de valer toda aquella pena y angustia pasajera.
- No lo entiendes. Entonces he de buscar a la vejez extraviada en una sucia esquina.
- No, no lo entiendo, ni siquiera sé qué diablos les sucede a las grietas ni a noosotros …
¿Confusión? que deja atrás, olvidados, dos cuerpos inertes de opuestas naturalezas.