viernes, 15 de junio de 2012

Un día más.


El nuevo día, despejando la niebla matutina, descubre también su piel, hoy limpia de los meses previos de sequedad, dejando entrever frescos brotes desde sus entrañas luego del rocío. 

Mas sus pestañas se empeñan en seguir enredadas impidiendo la ruptura del sueño, la apertura inminente de sus ojos y el eventual reflejo en ellos de toda una vida juntos.

Impaciente me acerco e improviso, vibrante, un susurro a su oído, para luego perder definitivamente el equilibrio y caer irremediablemente sobre su cuerpo.