sábado, 4 de agosto de 2012

Pesadilla

Su rostro inmóvil, su silueta me atrae pero aun supuestamente dormimos. 

Adoro el aroma de sus cabellos, cuello, el destello de su sonrisa en sueños. 

La abrazo y presiono más fuertemente sobre mi pecho desnudo con mis brazos, para no dejarla huir jamás, entendiendo mi obsesión y sabiendo que jamás sabrá qué es lo que vuela por mi cabeza en este momento, algo así como un susurro… mencionarle eternamente que la amo.

Puedo sentir su respiración agitarse, suspirar, sus labios pronunciar mi nombre, pero sus ojos no se abren. 

Mis dedos poco a poco se hunden en su piel, sin desgarrarla, para que note tan solo mi presencia, pero el sol se apresta a asomarse desde las cumbres, arrojando sus primeras luces anaranjadas para hacer que el recuerdo se desvanezca, una vez más, en su reflejo.


Y así, una vez más, te vuelve a arrebatar de mis brazos...