Su rostro inmóvil, su silueta me atrae pero aun
supuestamente dormimos.
Adoro el aroma de sus cabellos, cuello, el destello de su
sonrisa en sueños.
La abrazo y presiono más fuertemente sobre mi pecho desnudo
con mis brazos, para no dejarla huir jamás, entendiendo mi obsesión y sabiendo
que jamás sabrá qué es lo que vuela por mi cabeza en este momento, algo así
como un susurro… mencionarle eternamente que la amo.
Puedo sentir su respiración agitarse, suspirar, sus labios
pronunciar mi nombre, pero sus ojos no se abren.
Mis dedos poco a poco se
hunden en su piel, sin desgarrarla, para que note tan solo mi presencia, pero
el sol se apresta a asomarse desde las cumbres, arrojando sus primeras luces anaranjadas
para hacer que el recuerdo se desvanezca, una vez más, en su reflejo.
Y así, una vez más, te vuelve a arrebatar de mis brazos...