sábado, 25 de junio de 2011

Alienación y reconocimiento de la persona

Impresionante resulta la cara del condicionamiento social frente a los individuos, partiendo desde los cálidos brazos de una madre, o las humillaciones por las que hace pasar un profesor a un alumno no atento en su clase donde claramente importa más el fin “pedagógico” que lo que atormenta el inconsciente de la pequeña persona. Vale entonces explicar los hechos como en el juicio final.[1]

Vale para el caso explicar cómo transcurre la historia en The Wall, comenzando con un niño al que la Segunda Guerra Mundial le ha arrebatado su padre; su majestad inglesa le responde a la familia con una historia pintoresca, retratando poéticamente los supuestos últimos momentos del pulcro soldado. Una madre acongojada, se empeña en sobreproteger a su hijo del pesar de la gran pérdida y, conforme a ello, no logra más que enajenarlo de la realidad en la sutil burbuja del seno materno, impidiendo su contacto directo con la sociedad e incluso con ella misma dentro de sus poderosos brazos; pese a ello a el niño lo sigue obsesionando la guerra y los motivos de la muerte de su padre. Pronto el protagonista encuentra cómo, hasta cierto punto, sopesar los pesares escribiendo poesía (se muestra una parte del tema “Money” para el caso) lo cual lo sumergirá en una realidad entendida solo por él, al parecer, sin embargo es descubierto por su profesor de colegio, el cual no dudará en hacer públicos y presas de burlas sus dotes artísticos. Todo continúa en su camino a la adultez no duda en emocionarse con juegos infantiles, bailes y cosas simples como una rata herida a la cual intenta proteger. Una vez adulto comienza a rayar con la esquizofrenia producto además de la fuerte desilusión amorosa y la infidelidad de su mujer, lo cual lo conducirá a presentar shows de índole fascista, obviamente relacionando esta ideología con su descabellada situación y estado anímico. Finalmente habrá un juicio donde el fiscal increpará al acusado por haber sido descubierto “infraganti mostrando sentimientos”; declararán su madre, profesor y mujer concluyendo en su completa locura y culpabilidad. No tarda en caer sobre él todos los deshechos del mundo para luego derribar el muro y dejarlo desnudo a la intemperie…

¿Qué es lo que tenemos al fin del día?

Nos resulta un tanto difícil el entendernos a diario con la realidad, llena de matices y materiales absurdos que parecen entregar plusvalía a la persona como a su entorno; en general se crea una gran brecha entre iguales, imponiendo estratos, incluso para el ambiente musical, donde se encuentra al músico, o músicos, ajenos a aquellos para los cuales montan su show. Se aprecia claramente la llamada “cosificación” enfocada en el crudo materialismo y el valor productivo-económico de las propias acciones más que el valor moral, religioso o sentimental que se les pueda entregar.

Sin embargo, esta situación no se gestará espontáneamente en la sociedad, más bien la va a engendrar el núcleo familiar, y con ello el primer entorno en el cual se valla a desenvolver el niño en sus primeros años de vida.

Pero conforme al ritmo actual y las condiciones de presión social (para el caso de la película, reflejado en la pérdida del padre en la guerra) pueden ir generando estancamientos emocionales, los cuales no necesariamente saldrán a relucir de inmediato, más bien van a responder en el inconsciente mismo del individuo y aquello precisamente será lo que, poco a poco, va a ir moldeando su propio carácter. Recogiendo de lo anterior al entorno social, tendremos que, claramente, este va a influir en el reconocimiento del individuo, ya sea para “bien” o para “mal”, en la constante búsqueda personal de la identidad; el sentirse comprometido y ligado a algo que no solo va responder, en algunos casos como al gusto musical o de vestimenta, sino que además a una estilo y o política de vida que incluso se puede ver reflejado en los grupos de las llamadas “tribus urbanas” o grupos literarios, científicos, pastorales entre muchos otros, que más que mal van a responder a la necesidad de aceptación y de búsqueda tanto de identidad como de reconocimiento personal o social.

Ahora bien, el problema principal no radica en el cómo se valla a llegar o a conducir a ello, más bien tiene que ver con la aceptación moral que vallan a tener estos grupos dentro de la sociedad ya establecida (para el caso podríamos incluso llamarla estancada), pues al fin y al cabo será esta la que va a juzgar y dar o restar méritos al ser en desarrollo y en su constante búsqueda; si nos devolvemos a la película encontraremos a un profesor que se mofa de los poemas del protagonistas por considerarlos una basura, sin embargo más adelante se demuestra que su frustración familiar lo hace traspasar su actitud a sus alumnos y que incluso esa frustración podría haber sido un trauma y un condicionamiento de su niñez principalmente fomentando la productividad.

Aun hoy podemos ver aquel mismo profesor caricaturizado que coge un puñado de alumnos y los introduce en una máquina trituradora llamada colegio para luego girar uno que otro engranaje y obtener carne molida, lo peor es que no sucede solo en el colegio, sucede en toda institución que fomente y prefiera la productividad antes del mismo hecho de ser persona, suprimiendo las capacidades e imponiendo lo que realmente tiene un peso económico.

¿El mismo reconocimiento entonces se obtiene aceptando lo que se entregaría pre picado y procesado, o es lo que lograría entender la persona, en su sano juicio, apoyado por el cauce social, pero que va a venir a contribuir con su propio caudal de originalidad a raíz de las propias experiencias y elecciones propias?

Los medios, el cauce, siempre deberían estar a la orden del día, pero resulta poco menos que curioso que, al caer la noche, este se transforme además en el mismo fin.



[1] The Trial (En español: La Prueba o El juicio) es una canción psicodélica/opera/conceptual de Pink Floyd. Álbum The Wall. Publicada el 30 de noviembre de 1979.